Los conuláridos son un grupo extinto de cnidarios marinos bentónicos que habito la Tierra desde el Ediacárico Superior hasta el Triásico Superior. Pese a tratarse de un grupo muy longevo, con una distribución cosmopolita, los conuláridos han mantenido un perfil bajo a lo largo del registro fósil. Se trata de un grupo misterioso y tradicionalmente poco estudiado; tanto es así que sólo recientemente se ha esclarecido su filogenia, quedando emparentados definitivamente con los cnidarios.
La principal caracteristica de los conuláridos es su esqueleto piramidal alargado, con peridermo organofosfatado integrado por numerosas capas de fosfato cálcico y proteína. Por lo general, su longitud oscila entre los 2-20 cm, aunque algunos géneros pueden alcanzar tamaños de hasta 40 cm. El esqueleto consta, por lo general, de cuatro caras planas ornamentadas con costillas transversales, separadas éstas regularmente por espacios intercostales lisos o con delicadas estrías longitudinales. Las caras disminuyen se estrechan hasta converger en la zona apical, o bien se truncan dando lugar a un diafragma o schott, una estructura de anclaje que puede ser convexa o lisa. Una linea media recorre longitudinalmente las caras, que queda de manifiesto por la curvatura, interrupción o alternancia de las costillas o por la presencia de un surco delicado o de una linea ligeramente elevada. Las costillas pueden portar nodos, tubérculos o espinas proyectadas adaperturalmente (orientadas hacia la abertura) y/o adapicalmente (orientadas hacia el ápice). Algunos autores señalan la posibilidad de que pudieran cumplir una función de soporte o anclaje, aunque no hay evidencias sólidas para aseverarlo. Algunos géneros presentan cuatro septos o carenas interradiales, que pueden bifurcarse.
Las aristas determinadas por el encuentro entre dos caras se hallan representadas por surcos marginales que constituirían una invaginación longitudinal del esqueleto. Internamente, el surco puede o no presentar una carena. La abertura del esqueleto es subcuadrada y opuesta a la zona apical. El cierre de ésta ocurriría por una prolongación subtriangular de las caras; sin embargo, algunos autores interpretan este cierre como un fenómeno tafonómico debido al colapso del esqueleto tras la muerte del animal.
La anotomía interna del grupo es un misterio. Por homología con los cnidarios, se especula que podrían contar con tentáculos. Sin embargo, la observación directa de los restos fósiles solo ha revelado la existencia de un simple tubo alargado extendido longitudinalmente en la cavidad central, y una o dos estructuras globulares cerca de la abertura, los cuales podrían corresponder a remanentes preservados de los órganos o de sedimento residual del tracto intestinal.
Los conuláridos serían organismos bentónicos y epifaunales sésiles que habrían pasado, al menos, parte de su vida fijos por el ápice al sustrato marino o sobre esqueletos de otros invertebrados, o incluso inmersos en dichos esqueletos. Dada la amplia distribución geográfica del grupo, y tratándose de un orden de cnidarios escifozoos, probablemente tuvieran una fase larvaria planctónica.
Los primeros conuláridos que aparecieron durante el Ediacárico superior carecían de teca mineralizada y exhibian una simetría tanto tetrarradial como trirradial, bastante inusual en el grupo. Estos representantes basales se engloban dentro del contexto del jardín de Ediacara, un periodo en que la inexistencia de depredadores hizo innecesaria cualquier medida de protección. El peridermo mineralizado se desarrolla en un punto indeterminado del Cámbrico medio, siendo Baccaconularia el primer conulárido que presenta la característica distintiva del grupo.
El Ordovícico se convierte en la edad de oro del grupo, en el que alcanza su máxima diversidad genérica y distribución geográfica. Esta gran radiación del grupo, al igual que la de muchos otros, coincidió con el denominado Gran Evento de Biodiversificación del Ordovícico (GOBE, por sus siglas en inglés), una gran radiación adaptativa que tuvo lugar a lo largo de este periodo y que supuso el reemplazo de la fauna evolutiva cámbrica por la fauna marina paleozoica y la aparición del plancton. Esta diversificación de los grupos aparecidos en el Cámbrico se tradujo en la creación de nuevas redes tróficas y ecosistemas nunca vistos hasta entonces. Sin embargo, este etapa de esplendor toco a su fin con la Primera Extinción Masiva ocurrida a finales del Ordovícico. Numerosos géneros se extinguieron y el grupo entró en una larga decadencia que terminó a finales del periodo Triásico, con la extinción de los tres últimos géneros del grupo.
Como se ha dicho anteriormente, los conuláridos han sido un grupo poco estudiado que nunca llegó a alcanzar una dominancia importante en el registro fósil. Sin embargo, su extensa presencia en el mismo los convierte en un grupo con gran potencial para realizar estudios macroevolutivos, y útil para efectuar correlaciones estratigráficas y reconstrucciones paleobiogeograficas.