Paleoecología de la clase Hexactinellida
Los hexactinélidos son, por lo general, habitantes de aguas profundas, habitando profundidades que oscilan entre los 450 y los 900 m. Sin embargo, en el pasado solían ocupar las plataformas continentales y ser importantes elementos formadores de arrecifes. Debido a que deben de anclarse sobre sustratos fangosos, las esponjas silíceas han desarrollado paredes delgadas y un mechón radicular útil para evitar el hundimiento del individuo en estos medios inestables.
Los hexactinélidos se alimentan principalmente de materia orgánica coloidal en suspensión, más abundante en aguas tranquilas por debajo de las zonas de mayor productividad. En estos ambientes poco productivos, las esponjas silíceas son abundantes aunque poco diversas, y predominan las formas de plato, cuya mayor superficie les permite captar la máxima cantidad de alimento posible.
Tras la extinción de los arqueociatos, a partir del Ordovícico las esponjas comparten el rol como constructores de arrecifes con comunidades microbianas y algales. Desde este periodo hasta el Devónico, los hexactinelidos ocuparon un rol accesorio como formadores de arrecifes en colaboración con los estromatopóridos y otras desmosponjas. Ya en el Mesozóico, las esponjas se ven parcialmente relegadas por la aparición de los corales escleractinios, aunque siguen encontrándose hexactinelidos en los arrecifes jurásicos y cretácicos e incluso llegan a ser el elemento principal en algunas comunidades aisladas.